Creo en la verdad, en la belleza y en la libertad, pero sobre todo creo en el amor . . .

martes, enero 13, 2009

La historia, nuestra historia

Nunca olvidaré ese día, me es imposible describir la emoción que sentí al verle de frente, la sensación que recorrió mi cuerpo al sentir su piel, al tocar sus labios…

Eran poco más de la nueve de la mañana cuando desperté, había sido un largo viaje y aunque estaba algo cansada eso no aminoraba en absoluto la emoción, abrí la ventanilla pero sólo pude ver nubes espesas como el algodón, no pasaron muchos minutos cuando al fin escuché la voz del piloto anunciar el tiempo para llegar, el clima y la bienvenida a la ciudad, una sonrisa curvó mis labios, froté mis manos una contra la otra e impaciente esperé.

Cuando al fin el avión se detuvo, di un profundo respiro y tomando mi equipaje de mano me dispuse a salir, no recuerdo ya bien el trayecto, la emoción lo nublaba todo, avancé por largos pasillos, pasé por migración y por las bandas de equipaje, y cuando menos me di cuenta allí estaba yo, avanzando hacía lo que sería el mejor día de mi vida.

A cada paso que daba el latir de mi corazón se hacía más fuerte, avancé por un pasillo estrecho con la mirada fija en el camino hasta alcanzar la salida de las llegadas internacionales, cuando reuní el valor para levantar la vista, todo en cuestión de segundos, ahí estaba él, sonriéndome, dedicándome la más hermosa sonrisa que he visto en mi vida, posando al fin y después de tanto tiempo su mirada en la mía.

Por un segundo me sentí paralizada, pero tan sólo un momento después una fuerza indescriptible me atrajo hacia él, fue increíble cómo mi cuerpo se amoldó en seguida a su figura, sentí el calor de sus manos al recorrer mi rostro y la delicadeza de sus movimientos al acariciar mi cabello, no podía dejar de verle, su mirada era mucho más hermosa de lo que yo recordaba, sus ojos de un marrón profundo me hacían desbordar felicidad.

Por primera vez en mi vida no me importaba en absoluto lo que sucedía a mi alrededor, sólo tenía ojos para él, nuestras miradas seguían fijas una en la otra, sus labios sin dejar de sonreír y mi respiración acelerándose cada vez un poco más mientras su mano me atraía suavemente hacía él, un poco más cerca, un poco más… tan suaves y tan cálidos, sus labios embriagaron al fin los míos y en ese preciso instante el mundo se detuvo para mí. Mil sensaciones colmaron mis sentidos, me dejé llevar… tanto tiempo, tanto espacio, y ahí estaba él, ahí estaba yo, al fin juntos…

No más distancia. La historia comenzó.

2 Comments:

Blogger Larissa said...

continuará... ;)

13 enero, 2009

 
Anonymous Anónimo said...

no lo dudo...

para nada!

13 enero, 2009

 

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