Creo en la verdad, en la belleza y en la libertad, pero sobre todo creo en el amor . . .

martes, mayo 05, 2009

Andén 14

Andén 14 leímos al mismo tiempo en la gran pantalla de destinaciones de la Gare al buscar el número de su tren, no había mucho más qué hacer, el momento había llegado, después de unos días hermosos en esa mágica ciudad era hora de partir, como siempre, cada uno por su lado.

Recogimos las maletas que momentos antes habíamos acomodado en el suelo y nos tomamos de la mano para encaminarnos hacía el andén. Un mar de gente de aspecto y nacionalidades diferentes se abría paso por los pasillos, el ambiente bullicioso de aquel lugar contrastaba cada vez más con el sentimiento de vacío que empezaba a colarse en mi interior, nunca he tenido nada que ocultar en cuanto a despedidas se refiere, es de todos bien sabido que no logro manejarlas muy bien, y es que a pesar de que trato de convencerme a mi misma una y otra vez de que es tan sólo un “hasta luego” nunca logro tener éxito y el sentimiento vuelve a mí cada vez que se avecina otro de esos momentos.

Avanzábamos rápidamente entre el ir y venir de los demás viajeros, sin cruzar palabra y por mi parte haciendo un gran esfuerzo por evitar también cruzar miradas, no quería que leyese en mis ojos la tristeza que estoy segura reflejaban, me encontraba sumergida en mis pensamientos cuando sentí de repente y por un breve instante su mano apretar la mía y atraerme un poco hacía él con la intención de que lo mirase a la cara, fue entonces cuando escuché su voz, creo haber entendido algo así como un “estás bien?” o pudo ser tal vez un “qué te pasa?” no lo sé, sólo recuerdo que asentí brevemente y antes de que él fuese capaz de preguntarme otra cosa alcanzamos las escaleras que conducen hacía la vía sorteando a aquellos que llevaban consigo grandes y pesadas maletas y que dificultaban a su vez el paso.

Cuando llegamos a la salida al término de las escaleras que me parecieron más cortas que de costumbre, imagino que debido a mi temor de que él retomase el tema, pude apreciar un cielo gris que se abría antes mis ojos y lo cubría absolutamente todo hasta donde alcanzaba mi visión, podía decir que el ambiente se solidarizaba con mi estado interior. El me llevaba aún de la mano, buscando un sitio para detenernos y pasar juntos los pocos minutos que nos quedaban alcance a ver al conductor del tren y a uno de los controladores fumando un cigarrillo antes de empezar su recorrido.

El tren se encontraba ya en su sitio y aunque de momento no había muchas más personas esperando para abordar ambos sabíamos que no tardaría mucho en partir. Cuando al fin nos detuvimos, colocó nuestro equipaje en el suelo y una vez con sus manos libres me atrajo hacía él, frente a frente yo trataba de evadir aún su mirada porque aunque quería verle no podía permitir que me viese así, mucho menos sabiendo que realmente se trataba de una tontería, así que traté con todas mis fuerzas de cambiar mi semblante, de luchar contra ese sentimiento de tristeza y levantar mi rosto intentando dibujar una sonrisa en mis labios.

Me di cuenta que no lo logré cuando llevó su mano a mi mentón acariciándolo con suma delicadeza y con la clara y firme intención de verme a los ojos y preguntarme qué sucedía, fue entonces cuando en una reacción desesperada por seguir ocultando mi pena me acerque un poco, un poco más a él y me refugié de lleno en su abrazo, no sé si en ese momento declinó sus intenciones y se dio al fin por vencido pero me abrazó con todas sus fuerzas, tanto que hacía un poco de mal a mi respiración, pero no me importó yo me aferré a él todo lo que pude tratando de retener su aroma y su calor, y por un momento logré olvidarme de todo el asunto, en sus brazos pude como siempre sentir que no existía nada más en el mundo, sólo nosotros dos, y así nos quedamos durante no sé cuánto tiempo… hasta que desgraciadamente y en un reflejo que no puedo entender abrí los ojos y aún asida a él vi como el pequeño tablero electrónico sobre nuestras cabezas me recordaba de golpe con sus luminosas letras amarillas que los minutos se nos agotaban.

Nos vimos a los ojos y como otras tantas veces me perdí en lo profundo de sus pupilas color marón, yo trataba de sonreír y de contener a la vez el torrente de lágrimas que poco a poco sentía montar, creo que no lo logré porque una de sus manos se deslizó por mi mejilla y pude sentir un hilo húmedo desvaneciéndose en mi piel, escuché sus palabras tratando de presentar atención, no había motivo para estar triste decía él - nos volveremos a ver - .

El sonido del silbato que anunciaba la hora de partir reclamó nuestra despedida, cerré mis ojos y sentí sus labios posándose en los míos, un beso tan dulce… tan amargo a la vez, me aferré a él con todas mis fuerzas antes de dejarlo ir y verlo encaminarse hacia su tren, nos vimos de nuevo a los ojos, sonreímos, lentamente soltamos nuestras manos y avanzó hacía la puerta de embarque, lo vi desaparecer tras esas puertas que a medias me permitían ver una silueta tratando de decir “adiós”, el tren se pusó en marcha y yo me quedé ahí, pensando... me equivoqué creo que “hasta pronto” viene mejor... volví a sonreír.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

aishhh

05 mayo, 2009

 

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