Una historia

El tiempo pasó, los meses se convirtieron en años, los años fueron borrando los recuerdos, los recuerdos no eran más que fantasmas errantes que volvían durante las tardes de otoño o en las noches frías de invierno.

Ahora cada quien seguía su propio camino, construían su vida lejos del otro, sin ilusiones, sin promesas, en sitios distantes, con sus propias ocupaciones y con diferentes personas a su alrededor.

Al parecer, el tiempo había ganado, había empolvado ese amor tan grande que tantas veces se juraron, convirtiéndolo en viejos sentimientos guardados al fondo del corazón.

El contacto entre ellos era casi nulo y cada vez menor, un mail de vez en cuando, una llamada de felicitación, pocas palabras, ninguna explicación, nada de promesas y nada de ilusión.

No se puede explicar qué fue lo que sucedió, a quién culpar? al tiempo? a la distancia? a las circunstancias? a la desidia o al temor? Quizás. . . a ellos mismos . . .

. . . pero el tiempo no se detuvo . . .

Y como dicen por ahí el mundo da muchas vueltas y un día sin más ni más por cosas de la vida se encontraba ella en aquella ciudad, había pasado tanto tiempo, las cosas habían cambiado demasiado, incluso . . . tal vez . . . él ya la había olvidado.

Una tarde paseando por la ciudad recordó una promesa que había hecho y que durante mucho tiempo quedó olvidada, más bien, acallada por la razón, qué es eso de dejar todo por ir en busca del amor!?!?! ya no era una jovencita, tenía que pensar las cosas mejor.

Pero la ‘loca’ idea de su promesa incumplida no la abandonó, faltaba poco tiempo para regresar a su ciudad, a su vida. . . y sin pensarlo mucho de un momento a otro se decidió.

Llegó a aquel portal tantas veces descrito por él, tantas veces visto en su imaginación, una lluvia ligera comenzó a caer, el contacto de las gotas heladas la hicieron volver a la realidad, no se atrevía a llamar. . .

Pero ya había llegado muy lejos, ahora estaba en aquel portal, frente a aquella puerta. . . levantó su mano y llamó. . . esperó unos minutos, nadie respondió, la lluvia caía cada vez más fuerte, quiso llamar de nuevo pero no pudo hacerlo, dio media vuelta y de repente, a la luz de la farola vio de frente aquella figura, esos ojos brillantes que reconoció en un instante, la cara de asombro de quien tenía delante . . . era él . . .

El no lo podía creer, seguro se trataba de una ilusión, sí, un fantasma producto de su imaginación llamando a su puerta, no . . . su piel, sus cabellos, sus ojos, era real, era ella, el tiempo había pasado, pero estaba seguro, era ella . . .

Se vieron frente a frente por largo tiempo, sin decir palabra, sin tomar aliento, el mundo se había detenido para ellos, un abrazo y después un beso, mientras las lágrimas se confundían con la lluvia, una promesa cumplida, minutos que se convirtieron en la más bella eternidad . . .