La luna y yo

Que hermosos recuerdos de años pasados, tan fugaces, efímeros y a veces distantes. Todas las noches solía sentarme en un escalón a la entrada de mi casa, recuerdo el aroma a flores que brotaba del jardín y me embriagaba tan dulcemente mientras yo contaba estrellas, conversaba con la luna, admiraba su brillo, su belleza, aquel resplandor en el firmamento que al contacto con las cosas las teñía de azul. Que feliz era al conversar con ella, mi mejor amiga, la que noche tras noche me observaba desde lo alto, por quien ansiosa esperaba se fugara la tarde, aquella que me conoce mejor que nadie, a quien he confiado todos y cada uno de mis secretos, de mis temores y mis deseos. Ella quien ha sido testigo de mis más grandes alegrías y de aquellas decepciones que en ocasiones me han hecho llorar, ella que siempre ha estado ahí acompañándome, cobijándome con su luz. Y aunque hoy carezco del tiempo de ayer, aunque hoy tengo muchas más cosas por hacer, cuando llega la noche no puedo evitar contemplar esa luna, detenerme a conversar...