Creo en la verdad, en la belleza y en la libertad, pero sobre todo creo en el amor . . .

domingo, enero 25, 2009

Instantes

Caminábamos por el centro de aquella hermosa ciudad, tomados de la mano bajo un luminoso cielo azul el tiempo y las calles nos veían pasar, no importaba nada más, éramos él y yo; el mundo, el tiempo, el espacio, todo nos pertenecía, y en esos mágicos instantes cuando su mirada se encontraba con la mía fui capaz de sentir en toda la extensión de la palabra lo que la felicidad significa.

lunes, enero 19, 2009

A una semana...

Tendí mi mano y lo busqué, no había nada… frote mis ojos aún cerrados mientras caía en cuenta de la realidad, los abrí, y tendida boca arriba dejé la mirada fija en el blanco techo de la habitación, había despertado. Era sábado, se cumplía una semana desde la última vez que le vi, recordé nuestro “hasta pronto” con nostalgia, pero poco a poco una sonrisa se fue formando en mis labios mientras mi mente se remontaba a aquel lugar.

Era una fría mañana en Salamanca, todo estaba listo para partir, me encaminaba hacía mi nueva aventura y sin embargo me encontraba un poco ausente, él estaba ahí, conmigo, tras haber pasado unos días increíbles a su lado se había llegado el momento de separarnos, salir de ese cuento que había llenado muchas páginas en tan corto e insuficiente tiempo. Di un último vistazo y no quise pensar demasiado, salí.

En el exterior un viento frío soplaba delicadamente revolviendo mis cabellos, debíamos avanzar unas cuantas calles hasta tomar el taxi que nos llevaría a la estación, el momento de partir estaba cerca y yo seguía sin querer pensar. Las calles estaban desiertas y la mayor parte del camino lo recorrimos en silencio, para mí era mejor así, prefería callar, tenía mucho y a la vez nada por decir, me limitaba a apretar su mano fuerte contra la mía, a mirarlo de reojo cada vez que creía él no me vería, a fijar su imagen en mi…

Cuando llegamos a la estación había que esperar un poco, aún me quedaban algunos minutos con él, realmente tuve que hacer un esfuerzo para tratar de no lucir contrariada por la mezcla de emociones que colmaba mi interior, él hablaba y yo le veía, tratando de poner atención a lo que decía, imposible, seguía pensando y a la vez tratando de no pensar, ni siquiera recuerdo qué fue lo que dije yo, sólo recuerdo la sensación, dicha con tristeza, una muy rara combinación.

La hora llegó, no recordaba la última vez que me costó tanto trabajo mover los pies, suspiré profundo y avancé, nos detuvimos frente al bus, tomados de la mano tratábamos de exprimir el tiempo esperando que los demás subieran primero, pero el momento llegó, apreté fuerte sus manos y me refugie en su abrazo, aspiré su aroma y sentí sus labios, el mundo se paró por completo en esos instantes y me perdí en su indescriptible sabor, con los ojos cerrados y todas mis fuerzas traté de retener esos instantes para llevarlos siempre conmigo. Le dije ‘adiós’ *

Subí dejando suspiros por el corredor, tomé asiento y triste levanté la mirada para ver como se marchaba, pero no se marchó, seguía ahí, por mi ventana, viéndome a los ojos y portando esa sonrisa que jamás olvidaré, empezó a hacerme señas y a enviarme besos marchando a la par del bus cuando este salió, sé bien cuánto odia verme triste y confieso que fue muy divertido verle tratar de hacerme sonreír, otra vez me olvidé de mundo, lo consiguió, logró dejarme la imagen no de un ‘adiós’ sino de la parte de una peli que acaba de comenzar.

Sonreí una vez más con la vista fija en el techo de aquella habitación, pero esta vez sonreí ampliamente, no había razón para estar triste, la historia en verdad comenzó…

martes, enero 13, 2009

La historia, nuestra historia

Nunca olvidaré ese día, me es imposible describir la emoción que sentí al verle de frente, la sensación que recorrió mi cuerpo al sentir su piel, al tocar sus labios…

Eran poco más de la nueve de la mañana cuando desperté, había sido un largo viaje y aunque estaba algo cansada eso no aminoraba en absoluto la emoción, abrí la ventanilla pero sólo pude ver nubes espesas como el algodón, no pasaron muchos minutos cuando al fin escuché la voz del piloto anunciar el tiempo para llegar, el clima y la bienvenida a la ciudad, una sonrisa curvó mis labios, froté mis manos una contra la otra e impaciente esperé.

Cuando al fin el avión se detuvo, di un profundo respiro y tomando mi equipaje de mano me dispuse a salir, no recuerdo ya bien el trayecto, la emoción lo nublaba todo, avancé por largos pasillos, pasé por migración y por las bandas de equipaje, y cuando menos me di cuenta allí estaba yo, avanzando hacía lo que sería el mejor día de mi vida.

A cada paso que daba el latir de mi corazón se hacía más fuerte, avancé por un pasillo estrecho con la mirada fija en el camino hasta alcanzar la salida de las llegadas internacionales, cuando reuní el valor para levantar la vista, todo en cuestión de segundos, ahí estaba él, sonriéndome, dedicándome la más hermosa sonrisa que he visto en mi vida, posando al fin y después de tanto tiempo su mirada en la mía.

Por un segundo me sentí paralizada, pero tan sólo un momento después una fuerza indescriptible me atrajo hacia él, fue increíble cómo mi cuerpo se amoldó en seguida a su figura, sentí el calor de sus manos al recorrer mi rostro y la delicadeza de sus movimientos al acariciar mi cabello, no podía dejar de verle, su mirada era mucho más hermosa de lo que yo recordaba, sus ojos de un marrón profundo me hacían desbordar felicidad.

Por primera vez en mi vida no me importaba en absoluto lo que sucedía a mi alrededor, sólo tenía ojos para él, nuestras miradas seguían fijas una en la otra, sus labios sin dejar de sonreír y mi respiración acelerándose cada vez un poco más mientras su mano me atraía suavemente hacía él, un poco más cerca, un poco más… tan suaves y tan cálidos, sus labios embriagaron al fin los míos y en ese preciso instante el mundo se detuvo para mí. Mil sensaciones colmaron mis sentidos, me dejé llevar… tanto tiempo, tanto espacio, y ahí estaba él, ahí estaba yo, al fin juntos…

No más distancia. La historia comenzó.